Papa camote, arepas, Frescolita, tomates limachinos, barberías ambulantes, sopaipillas y tequeños: al recorrer la feria libre que abarca desde San Diego hasta Santa Rosa, en Santiago Centro, es posible ver una mezcolanza de acentos, productos y servicios. La inmigración contemporánea se puede ver muy bien reflejada en esta y todas las otras ferias libres que se instalan en distintas partes de la capital. Esta misma conjunción de olores, sabores y entonaciones le han preocupado durante varios años a Rodrigo Ramos Bañados (Antofagasta, 1973), a quien entrevistamos en esta ocasión.
Ramos Bañados es un escritor y periodista que se ha encargado de observar la migración del norte en la narrativa y poesía actual, especialmente la venezolana y colombiana. Ha publicado, entre otros títulos, Alto Hospicio (Quimantú, 2009), Pop (Cinosargo, 2010), Pinochet Boy (Narrativa Punto Aparte, 2016), Ciudad berraca (Alfaguara, 2018) y Trocha (2020). Desde el periodismo ha trabajado en diversos medios de comunicación tanto impreso como digital e impartido clases a nivel universitario sobre crónica periodística en la Universidad Católica del Norte. Actualmente, Ramos Bañados se encuentra trabajando como encargado de comunicaciones de la Asociación de Municipalidades del Norte de Chile (AMUNOCHI) y está pronto a publicar dos libros: uno respecto a un sobreviviente de la dictadura y otro, más ensayístico, sobre las producciones literarias contemporáneas del norte.
Christian Pardo Gamboa: Primero, te quería preguntar por esos dos roles en tu desarrollo personal y profesional: el periodismo y la escritura literaria, ¿cómo surgió tu interés por ambas cosas?
Rodrigo Ramos Bañados: Creo que el periodismo te da las herramientas, las armas para involucrarte con la literatura. Partí un poco en esa línea, aunque antes escribía cuentos o hacía poesía, pero no bien desarrollada. Entonces creo que me puse más metódico cuando trabajé de periodista, ahí generé una metodología de trabajo, que me ayudó mucho en el tema literario.
Pero también soy muy de calle, camino harto, ando en la locomoción colectiva, me gusta viajar en buses, estar en contacto siempre con la ciudad o los lugares donde estoy. Entonces esto también es lo que me ayuda a hacer crónicas. De repente me encuentro con alguien que me llama la atención, algún lugar, algún sector, etc. y esto también lo conecto con lo que estoy escribiendo en ese momento.
Trabajo con elementos de la realidad, por eso hay mucho del presente en mis textos. Mi literatura es del momento, de lo que está pasando aquí y ahora. Aquello creo que surge de mi relación entre el periodismo y la literatura. La literatura, a diferencia del periodismo, me da la posibilidad de no tener margen, de ampliarme.
CPG: Aprovechando esto último que mencionas, quería pasar a preguntarte por el tema de la migración, no solo leyendo Ciudad berraca, también en obras anteriores como Pop es posible identificar una preocupación por narrar sobre la migración. ¿Cómo percibes tu experiencia sobre la migración del norte versus lo que aparece en los medios?”
RRB: Mira, creo son varios momentos sobre ese ámbito. Creo que hay un primer momento donde empiezan las primeras migraciones desde países caribeños, colombianos y ecuatorianos, eso es como en los años 2010-2012, especialmente en el norte, en Antofagasta. Al principio no se sabía (en el periodismo) cómo abordarlo. Había ignorancia en aquel entonces. ¿Cómo se le dice a una persona afroamericana? ¿Se le dice “negro”, “moreno”, etc.? Después empezó la prensa policial con la estigmatización: “Colombiano cometió tal asesinato”; “colombiano narco se fue preso”; etc. Con el tiempo el lenguaje se fue moderando o adaptando a la nueva realidad. Aparecieron ONGs, se capacitó a los periodistas y editores de medios, las escuelas de periodismo de las universidades también trataron el tema. Puede decirse que a nivel de medios se ha generado un lenguaje más amable en el tema migratorio.
Sin embargo, en las redes sociales se mantiene la estigmatización hacia el migrante, específicamente del venezolano; hay una venezofobia latente en el norte: en Tarapacá, en Antofagasta y en Arica. Hay un relato político en redes sociales que ha sacado provecho de la migración , especialmente el de derecha, como se pudo comprobar en los resultados de las últimas elecciones en las ciudades mencionadas, sobre cuánto pesó la estigmatización de la migración en el voto. Por otra parte, el gobierno actual también ha trabajado el tema de una manera pragmática, pero descomprometida, militarizando la frontera.
Hay una venezofobia latente en el norte.
Y es evidente que hay migrantes que optan por la facilidad y el riesgo de la delicuencia para sobrevivir, pero la mayoría son personas humildes a quienes les cuesta adaptarse a un país desconfiado y frío en comparación a la rumba caribeña. Hay sectores comprometidos con la migración, por ejemplo, en la Universidad de Arturo Prat de Iquique hay un centro de estudios donde hay profesionales del área social y del derecho. Evidente también es el trabajo de la Iglesia Católica, a través de los Jesuitas.
Para redondear hay una estigmatización hacia el migrante en redes sociales, en el comentario de locomoción colectiva y un aprovechamiento político. En mi caso soy pro-migración. Me parece que la migración le ha cambiado la cara a Antofagasta, que es donde paso la mayor parte del tiempo. No es la misma ciudad de hace 30 años. Es una ciudad diversa, viva, cambiante, pero sobrepasada con cordones de pobreza en los cerros como son los campamentos. Interesante es que la migración en Antofagasta sea vista como un fenónemo de estudio para la academia. A los campamentos constantemente llegan académicos de ciencias sociales de Chile y otros lados del mundo. En lo personal me interesa el lenguaje hablado, la constante mutación de éste, a través de la mezcla entre la jerga popular chilena y la colombiana, venezolona, peruana y boliviana lo que arma una cosa muy interesante, muy de oído. Hay que ir al mercado de Antofagasta o la Feria de Las Pulgas y sentarse a escuchar. En Las Pulgas de Antofagasta está todo y pasa de todo. Y así ves cómo todo va fluyendo con sus pro y sus contras, a diferencia de otras ciudades del sur que no poseen este flujo diverso de personas en busca de oportunidades.
CPG: ¿De dónde nació el interés por trabajar la migración como un tema importante en tu narrativa? Y si me pudieras contar un poco más cómo fue el proceso creativo de Ciudad berraca
RRB: Me gusta andar viajando por aquí cerca, o no tanto… Me doy vueltas por Arica, Tacna, voy a Bolivia de repente, entonces siempre estoy en contacto con la frontera, con las migraciones, con el ir y venir. Pop habla un poco de eso, de la frontera con Tacna. Mi interés por trabajar la migración es un proceso natural, de curiosidad, estando acá dentro de este territorio, que ha experimentado un cambio profundo en estos últimos 15, 20 años. Aquí hay un proceso intercultural donde la gente se va mezclando; donde surgen conflictos cuya peor cara es la xenofobia, pero también hay respeto, amistad y buena onda. Es un proceso súper interesante que empecé a trabajar como crónica para el diario donde trabajaba y después en literatura con Ciudad berraca. Antofagasta fue la primera ciudad que vivió una migración tan fuerte a nivel nacional. No es un inmigrante europeo, son personas pobres que vienen huyendo de guerras, de conflictos, de problemas políticos, de hambre etc. Acá [Antofagasta] fue el punto de partida con el arribo de los colombianos de Buenaventura. En ese momento era redactor de El mercurio de Antofagasta. En la calle, caminando, me encontré con varias historias, y con un caso en particular que tenía un límite como crónica, pero a través de la literatura lo pude desarrollar y darle otras aristas, lo abrí y empecé a conectarlo con otras historias y puntos de vistas y salió este árbol que es Ciudad berraca. El punto de partida era hacer una novela que retratara la migración con todo el efecto para una ciudad que no estaba preparada. Ciudad berraca es una novela que trata sobre el rechazo.
Empecé a conectarlo con otras historias y puntos de vistas y salió este árbol que es Ciudad berraca. El punto de partida era haceruna novela que retratara la migración con todo el efecto para una ciudad que no estaba preparada.
CPG: Y así como tú mencionas que Ciudad berraca es una novela que trata sobre el rechazo, ¿cómo fue la recepción al publicar Ciudad berraca? A nivel de difusión, a nivel editorial y cómo la percibieron los lectores.
RRB: Fue importante que la editorial multinacional, Alfaguara, con toda su masividad en cuanto a distribución, apostara por este texto, más bien crítico, que enrostraba la xenofobia chilena. Recuerdo que en Santiago, para la semana de difusión, hay una entrevista que me hicieron en EMOL donde aparecen un montón de comentarios. La gente se queda siempre con la primera parte de la noticia donde se habla de una novela que aborda la migración, entonces esto provoca mucho rechazo. Un 80% de los comentarios eran de rechazo, pero no rechazo a la novela, rechazo al migrante. También otras personas que escribieron: “Oye este compadre que es de Santiago, qué tiene que estar escribiendo cosas del norte”. Y nada que ver. Siempre he sido nortino.
Pero después, con el tiempo, la novela ha tenido un buen vivir. No es un best seller, pero se ha leído harto en colegios, y no necesariamente en Antofagasta, sino en Santiago, en el sur, de repente en Iquique, no falta el profe que la cacha y sabe que habla de migración y la da a leer a los alumnos. A veces gusta y en otras no tanto, principalmente por el tema que aborda. O sea no te deja indiferente. Por tratar la migración también tiene varias referencias en trabajos académicos. No es la mejor ni la última novela de migración en Chile, pero me deja conforme su rodaje y que se siga leyendo. Lectores me han pedido incluso que haga una segunda parte.
CPG: Una de las cosas que nos hemos preguntado como equipo es sobre la producción literaria en Chile sobre el fenómeno migratorio ¿Percibes que existe un interés por parte de los/as escritores/as chilenos/as en abordar este tema?
RRB: Yo creo que no tanto, como que el tema asusta. Yo pienso que mi caso fue una jugada arriesgada por parte de la editorial. Un riesgo, en definitiva. La migración no le agrada a todo el mundo, de partida. De los autores que conozco o he leído, no debemos ser más de cinco quienes hemos estamos trabajando el tema de manera contemporánea en diferente ángulos, pero desde la humanidad del migrante: está Felipe Reyes con “Migrante” y “Vivir Allá”, este último compuesto de trece relato de distintos autores; Pablo Sheng con Charapo que es una novela en su momento habló sobre la migración de peruanos en Santiago; Daniel Plaza con “Desierto”, que aborda la migración desde el relato negro o la delirante “Chonpen” de Juan José Podestá, donde describe la precariedad de la migración en Iquique.
También deben existir migrantes que están trabajando textos en talleres o han publicado, pero no con tanta difusión, y claro es necesaria la mirada de un migrante que escriba y cuente su viaje a Chile y relación con éste país.
Lo que sí hay son textos de migración, pero, de chilenos en Estados Unidos, o de exilio, que también son interesantes. A fin de cuentas, escribir de la migración actual es una empresa compleja porque necesariamente hay que tomar partido al ponerse en el pellejo del migrante. Y bueno, si quieres vender, mejor optar por la novela romántica, histórica o de ciencia ficción.
A fin de cuentas, escribir de la migración actual es una empresa compleja porque necesariamente hay que tomar partido al ponerse en el pellejo del migrante. Y bueno, si quieres vender, mejor optar por la novela romántica, histórica o de ciencia ficción.
CPG: Aprovechando lo que me cuentas sobre el proceso editorial, ¿qué nos puedes decir sobre el ejercicio editorial del norte de Chile? ¿Hay editoriales regionales o emergente que nos recomiendes, ya sea de migración u otros temas?
RRB: Sí, acá en el norte hay un movimiento editorial bastante interesante que se ha venido desarrollando desde hace 10 años o un poco más, que partió con Cinosargo, editorial de Daniel Rojas en Arica, que conlleva un movimiento literario transfronterizo, de ir y venir a Tacna, a Cochabamba, de conectarse con escritores de Perú y de Bolivia. Cinosargo partió como una editorial muy simple en forma, pero con libros algo punk que tenían una voz distinta de lo que se estaba haciendo históricamente en el norte. Cuando digo históricamente es la tendencia a romantizar el norte grande o contar la epopeya de la minería, salitre o cobre, de manera picaresca.
Surge este nuevo movimiento editorial en Arica donde aparecen y reaparecen autores y autoras. En Iquique sobresale la editorial Navaja de Roberto Bustamante, quien tiene una voz poética muy potente desde el barrio El Colorado.. Y después surge la editorial Aparte de Rolando Martínez en Arica, que se ha dado a conocer bastante a nivel nacional por su pulcro catálogo.
Por su parte, Antofagasta siempre ha estado más ligada a los grandes eventos culturales, más que en auto-conocerse o auto-encontrarse en la literatura: hay una Feria del Libro bastante masiva donde se pueden hallar desde libros hasta quesos. De Antofagasta me interesa la editorial Pampa Negra, que está haciendo un trabajo de calidad en cuanto a rescate de autores “olvidados” como Luciano Cruz.
Llama la atención que muchas veces los libros que se sacan en el norte, se venden acá en circuitos de bares u otros. Lo que demuestra que no hay necesidad de estar yendo a las ferias que se desarrollan en Santiago.
CPG: ¿Qué otros autores o autoras del norte nos recomendarías además de los que nos has mencionado? Personas que quizá no se conocen tanto fuera de la zona.
RRB: En Arica está Daniel Rojas Pachas, que tiene un trabajo muy interesante en narrativa como la novela Random y ha trabajado el ensayo, especificamente el estudio de Enrique Lihn. Rolo Martínez también de Arica, con el poemario las “Yeguas del Kilimanjaro”; La “Comarca” de Mauro Gatica, muy necesario en cuanto a lo fronterizo; La narrativa delirante del Iquique que propone “Chonpen” de Juan José Podestá y “Matadero” de Roberto Bustamente. De Antofagasta, la poeta Zuleta Vásquez con sus poemarios “101” y “201” e Iván Avila con su novela negra La Persistencia de la Memoria. Otro autor que tiene una obra narrativa sólida en Arica es Luis Seguel, que en lo personal recomiendo “Los Tambores de Domenico Modugno”, sobre la precariedad de una ciudad abandondada y contaminada. Con todos los libros anteriores uno puede hacerse una buena idea del norte como territorio literario, un canon. Todos los autores mencionados viven en el terretirio. No todo es Rivera Letelier acá en el norte.
CPG: En consecuencia, tomando en cuenta todos estos nombres, ¿crees que hay una especie de narrativa o estética nortina en estos momentos en Chile?
RRB: Sí, mira, yo creo que sí existe. Yo pertenezco al colectivo de “Los pueblos abandonados” que es un lote literario donde está Óscar Barrientos, Marcelo Mellado, Cristian Geisse, entre otros, bajo la idea de escribir desde el territorio y respetar el territorio. Entonces bajo una mirada territorial, digo que hay una literatura nortina que está vivita y coleando en los libros mencionados y en los bares como el Curupucho en Iquique o La Leonera y El Bodegón en Antofagasta con lecturas poéticas, y que no tiene la necesidad de ir a validarse a la capital.
En lo personal mis afinades con otros autores pasan por el tema fronterizo, un poco el narco, el tema industrial minero y especialmente la migración. Precisamente estoy trabajando un ensayo/crónica que aborda la literatura nortina desde mi perspectativa, que se denomina Neonortinos. Un libro que seguramente generará discusión.
Hay otros autores que abordan el territorio desde la distopía y la ciencia ficción, y así, hay de todo autores y autoras con egos grandes como un personaje que dice siempre: “yo soy el que más sabe de literatura en el norte”, egos medianos y pequeños. Hay grupos literarios voluntariosos, como también rivalidades, peleas, envidias y amores.
CPG: Y para ir cerrando quería que nos contaras sobre tus próximos proyectos, ya me adelantaste un poco respecto a este ensayo en que estás trabajando, pero me preguntaba si estás también trabajando en otras cosas, de qué tratan y dónde las podremos encontrar.
RRB: Tengo dos cosas que van pronto a publicarse. Una es una novela que escribí el 2018 después de Ciudad berraca, con una Beca de Creación Literaria. Es una novela de una persona que sobrevive a la muerte y que vive escondida mucho tiempo. Es una novela que también homenajea a los sobrevivientes de la tortura de la dictadura, personas que están por los 70 años o más que están falleciendo por causas naturales. Hay pasajes de la novela que se refieren al campo de concentración de la dictadura en Pisagua. Esta novela saldrá en los próximos meses por LOM y de algún modo coincide con los 50 años del golpe.
Tengo otra novela que también está en su última fase y que va a salir pronto igual, una novela de unos narcos que hacen una biblioteca. Se tiene el concepto de Pablo Escobar que hacía canchas de fútbol en Medellín; aquí, en la novela, a los narcos se les ocurre la idea de hacer una biblioteca en un sector complejo de campamentos en Alto Hospicio. La gente del barrio empieza a leer, después a cambiar los libros por drogas y asi sucesivamente. Una vez pasé el borrador a una académica mexicana, Ainhoa Vásquez, que estudia el tema narco y le interesó. Bueno, esta novela va a salir este año o el otro; no lo tengo claro. Una editorial se comprometió, pero todavía no me da luz verde. Y en el colectivo Pueblos Abandonados comencé a trabajar un ensayo y le hablé al editor de Pampa Negra y lo quiso hacer un libro, “Neonortinos” que habla de toda esta narrativa nueva del norte, palabra que viene de un poema, si no me equivoco, de Roberto Bolaño.
*Todas las fotos de la entrevista son un aporte de Rodrigo Ramos Bañados.