La problemática de la identidad, que cruza el trabajo del artista visual Bernardo Oyarzún, llevó el territorio mapuche al centro de atención gracias a Werken, obra que representó a Chile en la 57° Exhibición Internacional de Arte-Bienal de Venecia (2017). Hasta marzo de este año se exhibió en el Parque Cultural de Valparaíso; era la primera vez que Werken pisaba Chile.
La obra está compuesta por 1000 kollong o máscaras tradicionales mapuche utilizadas en rituales como el nguillatun y llellipun. Habitualmente están fabricadas en madera y decoradas con plata y crin de caballo. Las de Werken fueron talladas a mano por cuarenta artesanos de diferentes zonas del sur de Chile que mantuvieron relación directa con el artista. Acompañando a los kollong se instaló un sistema de letreros led que corrían por el perímetro de toda la sala, en los que se podían leer los luminosos 6.906 apellidos mapuche.
“en Europa la lectura era rápida, el público que vio la obra comentaba es como que estuvieran diciendo ‘aquí estamos, existimos’. En los diarios entendían inmediatamente que tenía que ver con los otros, con esos otros que están absolutamente ocultos”.
En las ceremonias, eran hombres montados a caballo los que usaban Kollong. Su función consistía en abrir paso a la machi, ahuyentar los malos espíritus y mantener el orden del ritual. Para esto recurrían a gestos “bufonescos” y acrobacias que permitían delimitar el espacio ceremonial, corregir las acciones inadecuadas de los asistentes o corretear animales. Fue esta característica teatral y mística del Kollong lo que interesó a Bernardo Oyarzún no solo como una muestra de la cultura mapuche, sino como un símbolo ritual muy atractivo y cercano a la performance.
Para Oyarzún —quien en la reconstrucción de su genealogía descubrió su ascendencia mapuche— la obra Werken (mensajero en mapudungun) es una especie de emisario que pone en evidencia, hace visible al pueblo mapuche silenciado, desterrado de la historia oficial de Chile. En una entrevista ofrecida a medios luego de que Werken fuera presentado en Venecia, el artista visual comentó: “en Europa la lectura era rápida, el público que vio la obra comentaba es como que estuvieran diciendo ‘aquí estamos, existimos’. En los diarios entendían inmediatamente que tenía que ver con los otros, con esos otros que están absolutamente ocultos”.
En relación a la lectura chilena de Werkén, Bernardo Oyarzún quiere acercarnos a esa identidad negada, sometida por la colonización, para mirar en esas máscaras la negación a nuestra ascendencia, a quiénes somos dentro de América Latina y a la riqueza de la cosmovisión mapuche que en la actualidad recobra vitalidad e interés.
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Otras obras de Bernardo Oyarzún que tratan el tema de la identidad: Bajo Sospecha (1998) sobre la estigmatización, racimos y discriminación étnica por apariencia física basado en una detención policial real ocurrida al artista; Photo álbum (1999) exposición de fotos familiares que retratan la migración de familias mapuche a la capital. Funa y Lapidarium (2017) friso con escenas de la historia represiva de Chile desde 1810, como el exterminio de los selknam o la matanza del seguro obrero. Lapidarium es un montículo de restos de estatuas patrióticas que cuestionan a los héroes de la nación.
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